Habilidades STEAM con Sentido. Destrezas sociales, emocionales y cognitivas.
Juan, un joven curioso y creativo que antes se aislaba de la familia al no despegarse del celular y que también terminaba descuidando sus estudios, ahora, gracias al club de tecnología, tiene amigos, anécdotas que contar y utiliza la tecnología de manera responsable y productiva.
El celular era el universo de Juan. A sus 16 años, pasaba horas infinitas navegando en internet, no soltaba el celular, ni para ir al baño. Su habitación era su fortaleza, un refugio donde la realidad se desvanecía y el celular tomaba el control.
Juan era un joven curioso y creativo, pero su atención en el celular se había convertido en una obsesión. Pasaba todo el día en redes sociales, viendo videos en YouTube y jugando videos en línea, lo que implicaba que descuidara sus estudios y se alejara de su familia ya que amigos casi no tenía. El celular era su única compañía, y el mundo virtual su única realidad.
Su padre no entendía y le reclamaba ¿cómo podía pasar todo el día con el celular? mientras que su madre se preocupaba por su aislamiento e intentaba acercarlo a otras actividades, pero Juan se resistía. El celular era su pasión, su forma de expresión, y no estaba dispuesto a renunciar a ella.
Un día, un anuncio en Instagram llamó la atención de su mamá: «Club de Tecnología. El club prometía un espacio para aprender sobre tecnología de forma creativa y responsable. Ana, la madre de Juan, intrigada y esperanzada, se lo mostró animada a su hijo, quien al inicio se negó, pero Ana no se rindió y negoció que le diera una oportunidad, y que si la actividad no le gustaba, no lo obligaría a asistir más.
Al llegar al club, Juan se sorprendió al encontrar un ambiente vibrante con otros jóvenes como él. Allí conoció a Adrian, un adolescente de Chacao apasionado por la programación, y a Carlos, de Las Mercedes, un joven que creaba videojuegos basados en las historias de guerra de los romanos.
En el club, Juan descubrió que la tecnología podría ser mucho más que una forma de entretenimiento. Aprendió sobre programación, diseño web, robótica, inteligencia artificial y de cómo utilizar la tecnología para resolver problemas reales, aprender historia, matemáticas y ciberseguridad.
Pero lo más importante es que Juan encontró amigos con los que se sentía identificado porque lo entendía. Juntos, crearon proyectos innovadores, participaron en la feria de robótica y organizaron talleres para enseñar a otros jóvenes sobre tecnología.
Juan también descubrió que podía utilizar la tecnología para mejorar sus estudios. Encontró aplicaciones y herramientas que le ayudaron a organizar su tiempo, a estudiar de forma más eficiente y a aprender de forma interactiva.
Poco a poco, Juan fue encontrando un espacio entre su pasión por la tecnología y su familia, ya que al estar en el club, llega a casa feliz de compartir con sus nuevos amigos y compartía más con su familia al sentir la emoción de contarles todas sus anécdotas y proyectos en el club, lo cuál le brinda tranquilidad a su padre y felicidad a su madre.
Y todo comenzó con un post en instagram y un club de tecnología que le mostró a Juan que el celular, además de ser una pasión, también puede ser una herramienta para construir un futuro mejor.
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