La inteligencia es como aquella piedra preciosa que todos, unos más que otros, quisieran tener y más aún verla en sus hijos/as.
A medida que los niños/as van creciendo y logran cumplir con metas y objetivos planteados para la edad como caminar, hablar, controlar esfínteres, dar respuestas elocuentes, conocer sobre ciertos temas o sobresalir académicamente, pensamos “Wow, que inteligente” sin embargo, cuando el desempeño de nuestros hijos parece ir en un sentido contrario; se les dificulta hablar, caminar, dar respuestas rápidas o precisas o van mal en la escuela, aparecen los miedos, las comparaciones e incluso las interrogantes ¿Qué sucede? ¿Qué puedo hacer?. ¿Es posible desarrollar la inteligencia en nuestros niños y jóvenes? ¿de qué trata la inteligencia?
¿Es que mi hijo/a no es inteligente? ¿Tendrá algún problema cognitivo? ¿No podrá pasar de grado?
Ante tantas preguntas, podemos comenzar diciendo que la inteligencia de acuerdo a una serie de autores es considerada como “ la capacidad de resolver problemas y adaptarse a los cambios del entorno.” (Jean Piaget (1952) Capacidad para adaptarse al ambiente.Lewis Terman (1921) Capacidad para pensar de manera abstracta. David Wechsler (1944) Capacidad para actuar con un propósito concreto, pensar racionalmente y relacionarse eficazmente con el ambiente)
La inteligencia incluye las capacidades de resolución de problemas lógicos, procesos de análisis y síntesis, razonamiento, velocidad de procesamiento, memoria de trabajo, inhibición, atención, entre otras. Todas esas habilidades deben ponerse en disposición para lograr direccionar la conducta a fin de lograr resolver un problema o cumplir con un objetivo. Tener dificultad en algunas áreas en específico no significa que el niño/a u adolescente sea más o menos inteligente.
Esto último tiene relación con un concepto relativamente reciente; Funciones ejecutivas, que se resume como aquellos mecanismos con los que evaluamos las ocurrencias que llegan a la consciencia, las comparamos con nuestros criterios de evaluación, fijamos nuestras metas e intentamos dirigir la acción hacia ellas, de hecho se ha llegado a hablar de la “inteligencia ejecutiva”. Las funciones ejecutivas actúan como el gerente de una empresa, que logra observar, monitorear y hacer funcionar de la manera más eficiente los sistemas involucrados en la consecución de metas claras. Las funciones ejecutivas incluyen las siguientes funciones; la inhibición del impulso, la dirección de la atención, la gestión de la motivación y de las emociones, la elección de metas, planificación, secuenciación, el mantenimiento del esfuerzo, la metacognición, etc. En fin, la vida misma. Y, desde luego, la vida de un aula (Marina y Pelliger, 2015).
Actualmente, las teorías menos conservadoras hablan no sólo de una inteligencia sino de tipos de inteligencia; Gardner (1983) plantea la existencia de 8 tipos de inteligencia:
Lingüístico Verbal, lógico- matemática, Visual- espacial, musical auditiva, corporal kinestésica, interpersonal, intrapersonal, naturalista, emocional, existencial, creativa y colaborativa.
Conocemos entonces que más que hablar de una inteligencia única podemos hablar de tipos de inteligencias y de adaptación y funcionalidad en los diferentes entornos en los que se desenvuelve un niño/a y adolescente.
El niño/a o adolescente es un ser integral con fortalezas y debilidades, nosotros proponemos el conocimiento inicial del niño/a para usar su fortalezas como herramienta para superar sus dificultades. Incorporando a la escuela, el hogar y los ambientes profesionales potenciadores de sus habilidades.
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En nuestra Parte II, te daremos algunas recomendaciones de inter