El nacimiento de un hijo impone nuevos roles y responsabilidades a sus padres. Les confiere, además, otros estatus social. La llegada de un hijo significa una serie de tensiones físicas y psicológicas: alteración de las rutinas del sueño, gastos, aumento de de la tensión y conflictos de diversos tipos. La madre se siente cansada; descuidado el padre, y ambos cónyuges piensan que han perdido parte de su libertad. Su intimidad y su camaradería pueden disminuir con la llegada de un nuevo miembro de la familia, y la atención de uno o de los dos a veces se concentra en el niño. Todo ello significa nuevos roles y una nueva identidad.
La transición a la paternidad (maternidad):
Esta transición es uno de los períodos centrales en el ciclo de la vida familiar. En comparación con los roles propios del matrimonio, los roles y responsabilidades de tener un hijo persisten a pesar de las circunstancias cambiantes de la vida y exigen muchas adaptaciones y ajustes. Una pareja de recién casados disfrutan a menudo un nivel relativamente alto de vida cuando trabajan los dos y no deben mantener a un hijo. Este estilo de vida llega a un fin abrupto con el nacimiento del primer hijo.
Los efectos de esta transición son:
– Cambios en la identidad y en la vida anterior. Se modifican tanto el sentido del yo de los padres como sus suposiciones respecto del funcionamiento de la vida familiar.
– Cambios en los roles y en las relaciones dentro del matrimonio: la división del trabajo entre los padres cambia en un momento en que se sienten presionados por la alteración del sueño y porque no pueden estar juntos tanto como desarían.
– Cambio en los roles y en las relaciones entre generaciones: la transición influye también en los abuelos.
– Cambios en los roles y en las relaciones fuera de la familia: los cambios externos influyen sobre todo en la madre, pues seguramente interrumpirá su carrera al menos en forma temporal.
– Nuevos roles y relaciones de paternidad (maternidad): la pareja debe cumplir con las nuevas responsabilidades relacionadas con la crianza del hijo.
La pareja necesita reservar un poco de tiempo para estrechar su relación y cultivar otros intereses. Después del nacimiento de un hijo, en muchos matrimonios surgen problemas sexuales, disminuyen la comunicación y los intereses comunes, y aumentan los conflictos.
Sin embargo, es más una transición que una crisis. Varios factores también influyen en el ajuste de los padres a sus nuevas funciones:
– El apoyo social, en especial del marido, es muy importante para la madre.
– La felicidad conyugal durante el embarazo es otro factor decisivo en el ajuste de ambos. En la adaptación del padre influye profundamente la evaluación que haga la madre de su matrimonio y de su embarazo.
– La autoestima de los padres es otro factor, pues los que tienen una gran autoestima suelen lograr un ajuste adecuado.
– También son importantes las características del niño. Ej: disminuye la satisfacción conyugal de los padres de bebés “difíciles”.
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